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Primera Carta A Mi Padre

Actualizado: 1 sept 2021

Parte 1

En la soledad de mis pensamientos,

recuerdos vienen a mi mente de

aquellos momentos de felicidad que

hacían mi corazón inmensamente dichoso.


Porque sabía que te iba a encontrar

y que siempre me recibías con

una sonrisa sincera, que trasmitía

tanta ternura y amor de Padre.


Y bastaba con un gesto para

demostrar el cariño que

sentías por uno de tus hijos;


todos esos detalles que eran

humildes y llenos de amor

que me hacían muy feliz.


Por ejemplo, aún recuerdo

con que dicha y emoción

me regalaste un televisor portátil;


recuerdo que en ese momento

te brillaban los ojos al hacerme

entrega de ese y otros presentes

en el día de mis cumpleaños,


pues cuando llegaba ese día

no te importaba más nada

que hacerme sentir muy feliz,

y créeme que siempre lo lograbas.


Parte 2

Con esos detalles sencillos y únicos

hacías que valiera la pena el largo

y pesado viaje que me llevaba a

festejar el día de mi nacimiento

en tu especial compañía,


sin importar las riquezas materiales

porque en la vida nos llevamos los

maravillosos momentos que vivimos

al lado de las personas que queremos

y que significan mucho en nuestras vidas.


Recuerdo y siempre tengo presente

todos los valores que me inculcaste

de pequeño y que ahora hacen que las

personas de mi entorno me respeten

y sientan admiración hacia mí.


No se borran de mi mente lo que

platicábamos cada vez que

estábamos frente a frente,


aunque quedaron en mí muchas

preguntas pendientes que no te hice,

pero que ahora jamás tendrán respuesta.


Siempre tendré presente las

correcciones que me hiciste

en los escritos que pudiste leer

y que me hubiera gustado que

leyeras cada línea que escribo a diario,


Parte 3

más sé que desde el cielo estas

siempre a mi lado en cada

momento de inspiración, en

cada momento que siento

quebrarme el corazón,


en cada momento que mis

mejillas se humedecen al

no poder resistir tu ausencia.


De seguro no será la última

misiva que te dedique, porque

si ahora yo poseo este

pequeño don es gracias a las

enseñanzas que me diste,


a las veces que me dictabas

los discursos, dedicatorias y

poesías que tantas veces

recité en mi niñez;


pero sobre todo este don es parte

de lo que me dejaste de herencia.


Por el momento querido Padre

te dejo esta primera misiva que

me nace del corazón y que va

impregnada de mucho cariño,

y no puedo negar que acompañada

con ojos sollozantes.


Hasta la próxima epístola

querido Papá.


Autor: Alan Roy Ferrer Avila.





 
 
 

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