Primera Carta A Mi Padre
- Alan Ferrer
- 27 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept 2021
Parte 1
En la soledad de mis pensamientos,
recuerdos vienen a mi mente de
aquellos momentos de felicidad que
hacían mi corazón inmensamente dichoso.
Porque sabía que te iba a encontrar
y que siempre me recibías con
una sonrisa sincera, que trasmitía
tanta ternura y amor de Padre.
Y bastaba con un gesto para
demostrar el cariño que
sentías por uno de tus hijos;
todos esos detalles que eran
humildes y llenos de amor
que me hacían muy feliz.
Por ejemplo, aún recuerdo
con que dicha y emoción
me regalaste un televisor portátil;
recuerdo que en ese momento
te brillaban los ojos al hacerme
entrega de ese y otros presentes
en el día de mis cumpleaños,
pues cuando llegaba ese día
no te importaba más nada
que hacerme sentir muy feliz,
y créeme que siempre lo lograbas.
Parte 2
Con esos detalles sencillos y únicos
hacías que valiera la pena el largo
y pesado viaje que me llevaba a
festejar el día de mi nacimiento
en tu especial compañía,
sin importar las riquezas materiales
porque en la vida nos llevamos los
maravillosos momentos que vivimos
al lado de las personas que queremos
y que significan mucho en nuestras vidas.
Recuerdo y siempre tengo presente
todos los valores que me inculcaste
de pequeño y que ahora hacen que las
personas de mi entorno me respeten
y sientan admiración hacia mí.
No se borran de mi mente lo que
platicábamos cada vez que
estábamos frente a frente,
aunque quedaron en mí muchas
preguntas pendientes que no te hice,
pero que ahora jamás tendrán respuesta.
Siempre tendré presente las
correcciones que me hiciste
en los escritos que pudiste leer
y que me hubiera gustado que
leyeras cada línea que escribo a diario,
Parte 3
más sé que desde el cielo estas
siempre a mi lado en cada
momento de inspiración, en
cada momento que siento
quebrarme el corazón,
en cada momento que mis
mejillas se humedecen al
no poder resistir tu ausencia.
De seguro no será la última
misiva que te dedique, porque
si ahora yo poseo este
pequeño don es gracias a las
enseñanzas que me diste,
a las veces que me dictabas
los discursos, dedicatorias y
poesías que tantas veces
recité en mi niñez;
pero sobre todo este don es parte
de lo que me dejaste de herencia.
Por el momento querido Padre
te dejo esta primera misiva que
me nace del corazón y que va
impregnada de mucho cariño,
y no puedo negar que acompañada
con ojos sollozantes.
Hasta la próxima epístola
querido Papá.
Autor: Alan Roy Ferrer Avila.
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